5 de marzo de 2010

Destroyer - Rivers


Un minuto puede ser fundamental. Es decir, es un tiempo muy corto. Sesenta segundos. Pasan como un rayo si se está entretenido. Pero en la música pop, un arte de brevedad, pueden ser un hito.

Tantas veces que escuché Rivers de Destroyer fue sólo para escuchar un momento; ese que inicia en el minuto 3:16, cuando Dan Bejar grita que siempre tuvo problemas para seguir la corriente. Toda la canción es un adorno de ese instante. Pero las arandelas son necesarias; de otra forma, lo esencial pasaría desapercibido.

2 comentarios:

Tristan Trilce dijo...
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Tristan Trilce dijo...

Alguna vez titulé un poema: "Sólo para escribir los últimos dos versos escribí este poema".
Las vanguardias, más pendientes de la forma que de cualquier cosa, corrían el riesgo de que aquel instante de la creación pasara desapercibido, por su inmediatez casi no perceptible en la obra. Entonces escribían manifiestos para decir: "Hey, aquí estamos, miren, voy a hacer arte". Desde los perfectos manifiestos Dadá, cortos y burlones, hasta los largos panfletos de Bretón, lo único que quería decir era: "Miren lo que voy a hacer". Como cuando en el circo una pirueta del malabarista en las alturas tiene que ser introducida largamente por un animador para que no pase desapercibida (este ejemplo no es mío, pero ya no recuerdo de donde lo saqué).
Antonio Caballero escribió Sin remedio, su única novela, casi 600 páginas. Dice que lo importante de la novela es un poema que alcanza acaso 6 o 7 páginas.
Después de 23 años, con cada uno de sus días y su realidad implacable, estoy con una mujer que en un instante justifica cada uno de los momentos pasados. Estoy con ella y me tomo revancha de todo lo anterior. Y entiendo que todo lo vivido se justifica por ese instante.
En algún soneto, Sor Juana Inés de la Cruz decía: si para tener ahora lo tenido, tuve que haber sufrido lo sufrido, tuve que haber llorado lo llorado; tengo por bien sufrido lo sufrido, tengo por bien llorado lo llorado. Porque después de todo he comprendido que no se goza bien de lo obtenido, sino después de haberlo padecido.
En fin. Todo este largo comentario para decir: Gabo, tiene razón. Qué buena canción.