23 de enero de 2011

Dan Mangan - Tina's Glorious Comeback

















Conocí a Dan Mangan gracias al blog I am fuel, you are friends; Heather Browne, su autora, escribe con lucidez, pero más que todo tiene una paciencia desmedida para escuchar enormes cantidades de música y seleccionar la que le parece mejor.

Es interesante que luego de explorar las canciones que recomienda uno vislumbra su sensibilidad, una preferencia por sosegados cantautores de folk con algunas fugas hacia la alegría. Ella la describe mejor cuando habla de su gusto por temas que rompen su corazón y la hacen sonreír simultáneamente.

No he encontrado referencias a Dan Mangan en ningún otro medio. Se graban miles de discos al año; el suyo pudo haber circulado por el mundo sin que yo lo conociera, de no ser por la sensibilidad y paciencia de Heather Browne.

Dan Mangan: Tina's Glorious Comeback

15 de enero de 2011

Josh Ritter - The Dogs or Whoever



















¿Cómo saber que un genio no respira en nuestra espalda? Es evidente que Dylan o Lennon son genios; afirmarlo es señalar el huracán cuando ya pasó. Pero predecir el siguiente huracán es un reto y una adivinanza. Si se me pregunta, Bill Callahan es otro genio, pero me parece una apuesta fácil.

Noto visos de genio en Josh Ritter, un compositor joven de temas sensibles, buenas melodías y letras ingeniosas. He disfrutado enormemente su último disco So runs the world away, pero mi canción favorita es The dogs or whoever, un alegre corte folk perfecto para evadir un día de lluvia cuando no se ha sacado sombrilla.

El genio de Ritter está por probarse, pero no importa si no llega a él; ha hecho bastante y "The dogs of whoever" da testimonio.

9 de enero de 2011

The Tallest Man on Earth - Little River



















Alguna vez leí la anécdota que Bob Dylan grabó el disco Another side of Bob Dylan de un tirón, en una sesión que duro una noche acompañado solamente por su guitarra y una botella de vino. Intriga que haya grabado una obra maestra con tal desparpajo.

En el mismo espíritu, la sencillez de Little River es abrumadora; apenas una guitarra monótona y una voz que lleva la melodía. El encanto de esa sencillez es que parece no encerrar ningún misterio, truco o artificio; la música se exhibe tal cual es, con honestidad.

No obstante, aún en su desnudez, la factura del tema de Kristian Matsson es perfecta y eso la hace misteriosa. Su ejecución es diáfana, tal y como nació de la inspiración de su autor, como si la sensibilidad de Matsson (o la Dylan) no necesitara de nada diferente a su guitarra y voz para alcanzar la maestría.